El punto de inflexión está en 1948, con el inicio de la Guerra Fría.
La señora Max es una mujer importante. Tiene una buena cultura general, está al día de todo lo políticamente correcto y suple su falta de experiencia laboral con las múltiples actividades de tipo social que realiza desde mucho tiempo atrás. Es una mujer con clase, de edad intangible, sólo por tener una hija que ronda los treinta —secuela de un matrimonio equivocado— se puede suponer que anda ya en los cincuenta. Es un buen partido, y el que consta en su carnet de afiliada, también. Es lo único bueno que le dejó su exmarido.
La señora Max tiene un buen nivel de vida. Al observarla, con tanta clase, uno piensa que vivir así forma parte de ella misma, que es su derecho por nacer con las virtudes que la adornan. Habla muy bien. Pero esas virtudes no se pagan en el mercado laboral, así que la señora Max se ha ofrecido a dirigir una serie de proyectos benéficos a través de una organización —sin ánimo de lucro, ¡por supuesto!—, que paga dignamente a las personas que en ella trabajan y, sobre todo, les cubre los gastos de su actividad. Que una cosa es ánimo de lucro y otra, vivir del trabajo honrado.
Es la primera vez que los cuatro integrantes de la delegación vienen a España. Y a Europa. El presidente, el secretario y dos personas que se merecen el viaje por su dedicación y que, casualmente, son sus esposas. Aparte de concretar los detalles del proyecto, aprovecharán, ya que están en Barcelona, para conocer la ciudad, los alrededores, la gastronomía y algunas cosas más, todo ello en compañía de la cúpula de la organización que preside la señora Max. Se alojarán en un buen hotel y recibirán toda clase de atenciones por cuenta de la organización. Es lógico, están trabajando y hay que quedar en buen lugar.
Cuando se van, una semana después, se llevan un magnífico recuerdo. La señora Max ha dejado bien alto el estandarte de la hospitalidad de su ONG. Cierran un acuerdo: en dos meses les devolverán la visita, coincidiendo con la terminación de la obra escolar. La presencia de los benefactores en la fiesta de inauguración será algo que agradará a los niños.
La señora Max quiere ir con su hija, pero hay un problema: la hija no pertenece a la organización. Sin embargo, ejerce medicina en un ambulatorio de la ciudad, así que logra engancharla como apoyo sanitario en el pequeño grupo de seis personas que vuela hacia el Nuevo Mundo una mañana soleada de finales de agosto, para regresar en septiembre.
A los pocos días, la doctora Max, como actividad lúdica, presenta en su ambulatorio un reportaje en diapositivas que trata de la expedición. Han estado diez días recorriendo el país en distintos vehículos, probando todo lo típico, visitando todo lo exótico, comiendo todo lo especial y haciendo todas las excursiones posibles, siempre acompañados y asesorados por los anfitriones del lugar. Unas vacaciones maravillosas, irrepetibles. En las últimas imágenes vemos al grupo de niños en la nueva casa escuela, riendo y jugando. Contentos en la nueva aula, una nave de ladrillo sin revestir, con unos pocos pupitres reciclados. La escuela tiene una sola planta. Estaba previsto un segundo piso, pero se acabó el dinero. A ver, más adelante...
UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS ALCALDES DEL PSOE, DE PUEBLOS PEQUEÑOS.
En 2017, el PSOE era un partido constitucionalista, de gobierno. Hasta el punto en que echó a Sánchez porque se había empeñado en llegar a presidente del gobierno aun a costa de pactar con independentistas y comunistas. Eso estaba fuera del ideario del PSOE y le dieron puerta.
Pero después, en primarias, por 3.000 votos de militantes se impuso de nuevo Sánchez y tras las últimas elecciones, por un solo diputado, consiguió formar mayoría de gobierno a base de reunir comunistas, secesionistas, Bildu y toda la hojarasca. Se podría decir que Sánchez es presidente del gobierno de España por el voto estratégico de 3.000 personas y por su falta de escrúpulo al mentir y al pactar. Ilegal no, ilegítimo sí.
Pero detrás de Sánchez hay un partido que era grande, y aún lo es, que se llama PSOE. El de Felipe González, Alfonso Guerra, González Ibarra, Joaquín Leguina... Para Sánchez, entre el Falcon, el helicóptero y el palacete es fácil escabullir su responsabilidad ante el pueblo, sonreír y salir corriendo. Pero los socialistas de más bajo nivel no pueden. Cuanto más abajo, más cerca están de la gente y menos pueden justificar lo injustificable ni salir por peteneras. ¿Cómo justificar el apoyo al desastre de este gobierno? No se puede, salvo usando el mismo cinismo que Sánchez y el vice, pero para eso hay que tener guardias en la puerta y la calle cortada.
Mentir como hace Sánchez no está al alcance de cualquiera, por ejemplo, de los alcaldes socialistas de los pequeños pueblos de España. ¿Cómo justificar o negar la negligencia en la gestión de la pandemia? ¿Cómo negar que Sánchez deslegitimó las elecciones al pactar con Podemos e indepes al día siguiente, después de haber jurado y perjurado que no lo haría? ¿Cómo justificar la venta de Navarra al independentismo? ¿Cómo justificar el desprecio a la Guardia Civil, a las víctimas de ETA, la injerencia en el poder judicial...? Eso ningún alcalde puede justificarlo, porque ellos caminan entre sus paisanos, coinciden con ellos en el bar, en el parque... No pueden aislarse en el Falcon ni en palacetes de verano. Ni siquiera en alguna finca de Galapagar. Yo creo que la mayoría están disconformes con el gobierno, pero... Como en una tormenta perfecta, hay otro factor: que esto no es democracia sino partidocracia. ¿Quién le pone el cascabel al gato y se arriesga a no cobrar a fin de mes? Todos los que echaron a Sánchez en 2017 están fuera del PSOE. El que tenga trabajo o profesión podrá salir adelante, pero la mayoría de cachorros socialistas han decidido vivir de la política para siempre y sin estudiar mucho, que eso cansa, lo que los encadena al PSOE, haga lo que haga y mande quien mande. Pero ¡cuidado!, que la tortilla puede girar otra vez. Mala cosa, hoy día, ser alcalde socialista en un pueblo pequeño... El cinismo en las distancias cortas no funciona bien.
A 15 de mayo de 2023, debo añadir esto. A ver cómo lo explica a su gente el alcalde socialista de cualquiera de los pequeños pueblos de España. Socios de los asesinos de ETA, los mismos que mataron a decenas de socialistas, policías y guardias civiles que fueron sus paisanos. El PSOE es un partido sin dignidad, y se la roba a quienes militan en él y hasta a quienes les votan.