¿Desde cuándo está en marcha este experimento social? En un foro del diario LA VANGUARDIA, en enero de 2003, un participante hacía apología del nuevo orden mundial con el siguiente mensaje:
España tiene un inmenso potencial productivo y un pobre potencial reproductivo. Para mantener el uno y compensar el otro, se ve en la necesidad perentoria de recibir grandes contingentes emigrantes de otros países, que tienen un gran potencial reproductivo pero insuficiente potencial productivo. Los países productores reciben a inmigrantes. Los países reproductores emiten emigrantes. Hay en esto una dialéctica análoga a la que Hegel llamó 'la dialéctica del amo y del esclavo', y más tarde Marx denominó 'la dialéctica de la burguesía y el proletariado'. Con la gran diferencia de que la democracia es una sociedad de derecho y no de privilegio. En la democracia la ley mide a todos (burgueses y proletarios, autóctonos e inmigrantes) con el mismo rasero.
En la dialéctica autóctono-inmigrante se crea una dependencia mutua porque ambos términos se necesitan mutuamente, aunque también se repelen. En la sociedad esclavista el amo necesita de los esclavos y los eslavos necesitan al amo; en la sociedad feudal y guerrera el señor necesita el trabajo de los siervos para el sustento de los suyos, y el siervo necesita del señor para su protección; en la sociedad industrial burguesa el patrón necesita del proletariado para su producción y el proletario necesita del patrón para su trabajo. Igualmente ahora los autóctonos necesitan del inmigrante y los acoge aunque sea a regañadientes, y el inmigrante ha emigrado de su tierra aunque fuera a riesgo de su propia vida y la amputación de su familia. En la sociedad que nos toca vivir —democrática, postmoderna y postindustrial— los inmigrantes son sujetos de derecho tanto como los autóctonos; tienen derecho a obtener carta de ciudadanía en igualdad de todos ante la ley. Esto no ocurría en la dialéctica esclavista, feudal o industrial. En la sociedad esclavista el esclavo aspiraba en convertirse en liberto y tal vez en plebeyo, pero nunca en patricio; en la sociedad feudal el siervo podía aspirar a convertirse en artesano, monje o fraile, pero nunca en señor feudal; en la sociedad industrial el proletario podía convertirse en pequeño burgués, pero nunca en gran potentado de la industria; en la sociedad actual el inmigrante puede aspirar a convertirse en el dueño de su propio establecimiento comercial e incluso en alto ejecutivo de una corporación.
En nuestra era postindustrial, los dueños de los grandes centros de producción (las corporaciones transnacionales) no tienen patria, ni partido, ni religión, ni ideología. Las plantas industriales pueden ser desmontadas hoy y trasplantadas mañana a cualquier otro país que les ofrezca abundante materia prima y mano de obra baratas, además de facilidades tributicias. El sistema de producción se está convirtiendo, cada vez más, en un sistema internacional. En este sistema es peligroso echar raíces demasiado sólidas, pues las fuentes de trabajo se pueden agotar de la noche a la mañana. Podría decirse que en las anteriores épocas de producción y consumo, el héroe ideal era el poderoso y sólido Aquiles; en la era postmoderna el héroe ideal es el taimado y FLUIDO Ulises. Los inmigrantes son los pequeños Ulises de la era postindustrial. La sociedad representada por Aquiles posee vigor, solidez y estabilidad. La sociedad representada por Ulises tiene agilidad, fluidez y adaptabilidad. Estamos viviendo en una era de gran inestabilidad: es necesario desarrollar las capacidades de agilidad, fluidez y adaptabilidad, a fin de poder vivir con cierta satisfacción en la dinámica de lo siempre provisional. El lema de la sociedad de estabilidad es 'como era en un principio, es ahora, y será siempre, por los siglos de los siglos'; el lema de la sociedad fluida representada por los inmigrantes es mucho más breve; la lengua castellana lo expresa con admirable laconismo: 'de momento...'; en Inglés se oye constantemente: 'for the time being...' Estamos viviendo en la dinámica de lo provisional. Hay que levar anclas y no anquilosarse; aprendamos de la agilidad, flexibilidad, adaptabilidad y provisionalidad de la vida de los inmigrantes.
Otro participante, de apodo Gandalff, le contestó:
El Héroe siempre será el que tira del carro, el que da más de lo que recibe. Nunca el que es arrastrado, el que, como los pollitos en el nido, con el pico abierto espera el alimento con un estómago voraz y sin fondo. El héroe de hoy es el ciudadano de a pie que paga sus impuestos y soporta estoicamente ineptos, mangantes y penurias, y además sin derecho ni a protestar, porque le llaman racista. Si se equivocan de Héroe, se equivocan de sociedad. Cuando eligen su Héroe, eligen su modelo. ¿Prefieren una sociedad de ciudadanos responsables, sensatos, trabajadores, con una ética sólida, o prefieren una sociedad de pillos escurridizos, hábiles simuladores, astutos ventajistas?. No hay que hacer caso a cantos de sirena, Ulises lo sabía muy bien.
El héroe es el anciano que después de trabajar toda su vida está en una lista de la Seguridad Social, esperando sin esperanza y sin echarse a la calle a quemarlo todo. El héroe es el que no puede comprarle un abrigo a sus hijos y ve como esas 300 ò 400.000 ptas que paga al año de impuestos se despilfarran sin sentido, y no se echa a la calle a quemarlo todo. Pero hay gente apoltronada tanto física como mentalmente que ya no sabe lo que es un héroe. Se piensa que un héroe es un gremlin oportunamente simpático.
Desde el albor de la Humanidad, la lucha incansable de millones y millones de parias ha llevado a nuestro mundo occidental a una serie de logros sociales relativamente aceptables. No han faltado huelgas, revoluciones, encierros, miseria y palos por todas partes. Aquellos héroes me gustaban. Si no hubiera sido por ellos, estaríamos aún, gorra en mano, trabajando por un jornal de veinte duros (100 ptas, 60 céntimos de euro). Y, ahora, su triunfo, el de todos esos luchadores, ¿va a ser nuestra ruina? ¿Ahora vamos a ser sustituidos por inmigrantes que llegan sin ningún tipo de control, masivamente, ilegalmente, con la gorra en la mano? ¿Dónde está hoy la lucha de clases? Qué curioso, ya no es 'divide y vencerás'.
La izquierda europea ha hecho igual que esos negocios que se montan con la intención de inflarlos un poquito y venderlos después a buen precio a alguna multinacional. Lo que cuenta es LA MARCA. Después de conseguir el copyright de la marca progresista y una buena cartera de clientes, parecen no haber tenido otra intención que venderse al Gran Capital en el momento oportuno. ¿Cómo se explica, si no, que los sindicatos y partidos de izquierda estén dando su visto bueno y cercenando cualquier oposición al desastre del mercado laboral consecuente a esta inmigración masiva?. ¿Cómo puede la supuesta izquierda y progresía seguir el juego a la movilidad apátrida del Gran Capital? Hay que revisar conceptos. El proletariado está huérfano en estos momentos. Pero no son las ideas, sino las personas. No es LA IZQUIERDA, sino esta generación de progres obnubilados que hoy tienen la sartén de las estructuras de la izquierda por el mango y que han de ser EXPULSADOS por incompetencia y felonía de los puestos que ocupan. El proletariado está huérfano porque la izquierda está acéfala. Pero no hay que perder la esperanza. Sólo el miedo.
Todo esto se decía hace más de 20 años, justo unos meses antes de que llegara Zapatero al gobierno. Y ya entonces los trolls (monstruos malolientes de los cuentos) actuaban emponzoñando los debates para que no se pudiera debatir.
TODO ESTO HOY, 21 AÑOS DESPUÉS, ESTÁ MÁS VIGENTE QUE NUNCA.